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Desde el encierro

Por Cecilia Mendoza Ventura

Foto tomada de https://gacetamedica.com/profesion/salud-mental-y-covid-19-consejos-para-combatir-el-aislamiento-por-la-pandemia/



Desde que la pandemia del COVID-19 cobró las dimensiones escalofriantes a las que ahora nos enfrentamos, no se ha dejado de especular y opinar sobre las consecuencias que ella traerá en materia económica y de salud a nivel mundial. Entre estas opiniones han destacado aquéllas que afirman con razón de sobra que esta crisis no sólo es producto del virus, sino de los múltiples defectos del sistema capitalista. Se ha hecho particular énfasis en las profundas desigualdades sociales, en el empleo informal y en la falta de derechos laborales, en la precariedad de algunos sistemas de salud y en la globalización y el funcionamiento del sistema capitalista a gran escala. Sin embargo, los estragos del capitalismo y de la epidemia no se limitan a aquellos problemas que parecieran estar fuera de nuestras casas, y lejos de quedarse en meros problemas estatales y de organizaciones mundiales, las consecuencias de nuestro sistema y del estallido del COVID-19 se filtran a través de nuestros muros, invadiendo nuestra vida privada, pues como se ha repetido hasta el cansancio, la actual crisis traerá consigo dos dificultades inmediatas: la de los aprietos económicos y la del encierro. Esta fórmula, en un país con tantas desigualdades sociales y tanta violencia como México, puede resultar particularmente catastrófica. En este artículo quiero centrarme en tres problemáticas sociales que se desarrollan en el ámbito de la vida privada, y que como muchas otras cuestiones de la vida pública, responden a problemas sistemáticos. Estas problemáticas, dicho sea de paso, son temas que no parecen tener tanta relevancia en la agenda mexicana incluso fuera de la crisis del COVID-19. Concretamente, me refiero a la violencia de género, al maltrato infantil y a la salud mental. Si bien en días previos al primer caso de coronavirus en México la agenda feminista estaba a la orden del día en el país, la urgencia de la pandemia la ha ido desplazando de las prioridades. No obstante, durante esta cuarentena muchas mujeres están más expuestas que de costumbre a la violencia. En la conferencia de prensa del 26 de marzo el gobierno de Morena llamó la atención oportunamente sobre este hecho, ganándose la simpatía de la izquierda por la alta participación de expertas que destacaron la inequidad en las tareas domésticas y de cuidado, la gran cantidad de hogares que se sostienen únicamente por mujeres, el apoyo que hay que mostrar con las trabajadoras domésticas, la persistencia de la violencia dentro del hogar y la vulnerabilidad ante COVID durante el embarazo. A pesar de ello, tanto el discurso del gobierno como el de la opinión pública ofrece pocas explicaciones profundas sobre por qué esta cuarentena vuelve particularmente vulnerables a las mujeres, y desde hace tiempo parece atribuirle toda la responsabilidad de los problemas de género a dos entes poco definidos llamados machismo y violencia, cuyas causas parecieran examinarse cada vez más desde una perspectiva moral y no desde un enfoque analítico, a la vez que se asume que todas las mujeres lo padecen en la misma magnitud. Esta actitud frente a la situación supone una dificultad al momento de comprender dichos fenómenos, pues pareciera que las expresiones de violencia de género ocurren por mera maldad, y que esa maldad además es gratuita, sin reparar en las condiciones socioeconómicas y de clase que están íntimamente asociadas a estas dificultades. Aunque la perspectiva de clase no es el único enfoque que alcanza a explicar la violencia de género y la existencia del machismo, resulta relevante que sea en el seno de la pobreza donde ocurren los peores escenarios contra la mujer en México. Los estados con mayor número de feminicidios en nuestro país son Veracruz, Estado de México, Ciudad de México, Nuevo León y Puebla,(1) de los cuales, al menos 4 de ellos pertenecen a las primeras 10 entidades con más pobreza en todo el país. (2) Además, la perspectiva de clase es particularmente importante si se toma en cuenta que en América Latina, por cada 100 hombres que viven en pobreza extrema hay 124 mujeres en la misma situación, (3) hecho al que se le suman la brecha salarial, el trabajo doméstico no remunerado, así como la menor cobertura de seguridad social. (4) Lo anterior, al dejar a las mujeres con pocas herramientas para ser autónomas, las expone mucho más a los contextos de violencia y explotación. Las personas que viven en contextos marginales —incluyendo a las mujeres más desprotegidas y a sus agresores— se caracterizan por una sintomatología común con elevados niveles de ansiedad y de neurosis traumáticas que se generan a raíz de las frecuentes pérdidas y de la falta de pertenencia y de integración a la comunidad, factor que también produce que las poblaciones de los cinturones de miseria tengan pocos lazos fuertes entre sí. (5) Expuesto lo anterior, uno puede tratar de imaginar las dimensiones de violencia que es capaz de alcanzar la marginalidad en la vida cotidiana, y más aún con el agravante de una crisis como la del COVID-19, que implicará una severa pérdida para las ya escasas ganancias de las viviendas de clase baja. Por si fuera poco, otra característica de la marginalidad es el escaso espacio del que disponen sus viviendas, donde llegan a habitar más de tres personas, otro factor que provoca ansiedad extrema (6) y comportamientos violentos al interior del hogar. Si el espacio doméstico en la cotidianidad resulta no sólo una fuente de estrés, sino un factor de riesgo para la violencia de género (considerando que la mayoría de las mujeres que son asesinadas o abusadas son víctimas de sus parejas o sus familiares cercanos dentro del hogar), (7) las probabilidades para las mujeres de vivir violencia durante la cuarentena se agravan significativamente. Aunque durante los meses de protestas feministas se evidenció que el gobierno en curso entró al poder sin un proyecto concreto para la dura problemática de género que enfrenta el país, es inevitable reconocer que las políticas con perspectiva de género no bastarán para garantizar la vida libre de violencia de las mujeres, pues la realidad de los escenarios de miseria y explotación que el capitalismo ha creado en México han terminado por rebasar la capacidad de cualquier gobierno, dando como resultado niveles insospechados de violencia y de descomposición social que demandan un cambio sistemático. Algo similar puede decirse del maltrato infantil. México ocupa el primer lugar en violencia física, homicidio y abuso sexual infantil en menores de 14 años. (8) Tal como con la violencia de género, la mayor parte de los abusadores de los niños se encuentra dentro del hogar (9) y no es ninguna coincidencia que los principales factores de riesgo para a los infantes de nuestro país sean la pobreza extrema (53% de la población infantil es pobre), la mortalidad infantil y materna en comunidades marginadas, la inequidad por ingreso, el origen étnico y el género. (10).

Como parte de las consecuencias del capitalismo, los adultos que deberían proteger a los niños son absorbidos por una demandante carga de trabajo que les impide dedicarles el tiempo y los cuidados necesarios, elemento que deja a los niños abandonados en un ambiente ya de por sí hostil. Como agravante, los factores de la marginalidad ya señalados generan un estallido de violencia al interior de los hogares, y la cruel precariedad a la que las familias mexicanas están expuestas obliga a millones de menores a trabajar, perdiendo así derechos fundamentales como el acceso a la educación y a la vida libre de explotación. (11) Ante la pandemia del coronavirus el panorama que les espera a muchos niños en México es desalentador: el aumento de violencia en sus hogares y su probable incorporación al mundo laboral ante el golpe económico que enfrentarán cientos de familias por los despidos, la disminución de ingresos y los recortes salariales es casi inevitable. Países como España ya anunciaron el incremento de casos de violencia infantil durante el confinamiento, destacando que una de sus consecuencias es el aumento de padecimientos de ansiedad, tristeza, autolesiones, trastornos de alimentación, baja autoestima, soledad, agresividad, adicciones e intentos de suicidio en los menores de edad. (12) Esto último me lleva a abordar un tercer problema de la esfera privada durante la actual epidemia: los padecimientos mentales. La OMS calcula que al menos 4% de la población mundial padece depresión, siendo los candidatos más propensos los jóvenes, las mujeres y los ancianos —afirmación que no resulta extraña si se toma en cuenta lo expuesto anteriormente—. Este trastorno es la cuarta causa de pérdida de años de vida saludable en México. Igualmente, la tasa de suicidios se ha duplicado en los últimos 25 años.(13) La cultura del capitalismo nos envuelve en una dinámica de constante competencia, de estrés, de aspiraciones inalcanzables, frustración, falta de oportunidades, violencia y en la promoción de valores contrarios a la solidaridad y la comprensión. El resultado se vuelve evidente en las estadísticas, pero lo aterrador es la transformación que estas dinámicas pueden sufrir en un ambiente casi apocalíptico. De entrada, las acciones inmediatas no pintan bien: el llamado home office, lejos de representar un factor de tranquilidad ante la epidemia, ha implicado un exceso de carga de trabajo; los problemas laborales y familiares están a la orden del día; la expectativa social de avanzar o terminar todos los pendientes acumulados durante la cuarentena en aras de ser productivo pareciera ser más estricta que nunca, y nuestro contacto con las redes sociales, íntimamente asociado a padecimientos como la ansiedad y la depresión, es mucho más fácil. Asimismo, nuestra sociedad, ya de por sí trastocada por el narcisismo, la falta de solidaridad y la falta de lazos sociales, se encuentra condenada a un prolongado aislamiento por razones obvias. Por el momento, el presidente de la Asociación Psiquiátrica Mexicana ya estimó que al menos el 30% de los mexicanos experimentará el llamado síndrome de la cuarentena, (14) caracterizado por sensaciones de ansiedad, temor, irritabilidad, agresividad, apatía e incredulidad, mismas que empeorarán los ambientes de violencia tan comunes en México. La crisis del COVID-19 ha hecho evidentes las fallas del capitalismo en todos sus niveles. La violencia de género, el maltrato infantil y los padecimientos mentales, íntimamente relacionados, forman un ciclo de violencia que lamentablemente se agravará durante la pandemia. A la postre, no sólo hará falta poner más atención a estas situaciones infravaloradas, sino que, como con otros asuntos, habrá que analizar la manera en la que el capitalismo nos ha vuelto particularmente vulnerables a los fenómenos suprahumanos, convirtiendo así casi cualquier dificultad en una tragedia. Lo cierto es que para la mayor parte de la población el coronavirus es el menor de los problemas: la crisis y el duelo con la muerte se vive a diario y la pandemia significará lanzar otra moneda al aire.

6.- Ibidem.

7.-Feminicidios son perpetrados en el hogar y por las parejas. Milenio. Consultado en:

https://www.milenio.com/opinion/varios-autores/corredor-fronterizo/feminicidios-son-perpetrados-en-el-hogar-y-por-las-parejas

8.-México, primer lugar en abuso sexual infantil, según la OCDE. La Jornada. Consultado en: https://www.jornada.com.mx/2019/01/06/politica/008n1pol y México, primer lugar en violencia infantil. El Universal. Consultado en: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/mexico-primer-lugar-en-violencia-infantil

9.-Ibidem.

10.-México: 6 de cada 10 niños sufren maltrato infantil. Forbes. Consultado en: https://www.forbes.com.mx/violencia-infantil-la-otra-cara-de-mexico/

11.-En México, 3.2 millones de menores en situación de trabajo infantil. La Jornada. Consultado en: https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2019/06/12/en-mexico-3-2-millones-de-menores-con-trabajo-infantil-6318.html

12.-La violencia hacia menores está aumentando con el confinamiento y se agrava cada día de aislamiento. El Mundo. Consultadoe n: https://www.elmundo.es/espana/2020/04/01/5e84c793fdddffd0538b4641.html

13.-El suicidio en México. Milenio. Consultado en: https://www.milenio.com/opinion/carlos-guizar/columna-carlos-guizar/el-suicidio-en-mexico

14.-“Síndrome de la cuarentena” podría afectar principalmente a mexicanos. La Jornada. Consultado en: https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2020/04/02/201csindrome-de-la-cuarentena201d-podria-afectar-principalmente-a-mexicanos-8421.html?fbclid=IwAR0pvSpMO1skULbtB4Xl2gLA8746UgQU8LKL2GktFy0jdQbqYi-QHNkvbDY


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