Por Nina Antay
Sembrador de letra que es idea, sembrador de la idea
que es ideal; el libro se transforma en
La primera vez que tuve la oportunidad de hojear la revista El maestro rural me llené de asombro y curiosidad. Antes no había tenido un interés especial en la historia, pero aquello era otra cosa. Los títulos despertaban mi sorpresa: provenían de un México antiguo y al mismo tiempo cercano.
Ya había pasado un año de la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa y durante éste se quisieron explicar los orígenes del normalismo rural y de su característico activismo. Se mencionaba de nuevo a Lucio Cabañas y a Genaro Vázquez. Era un escenario difícil de imaginar. Sin embargo, con la revista en mis manos, en aquellas páginas amarillentas, respiraba el color del México que vio nacer a las Escuelas Normales Rurales. Fue viaje que me marco y que ahora, quiero compartir con ustedes.
La revista El maestro rural se publicó en la década de los treintas3. Lo primero que impresiona son sus bellísimas portadas, con grabados, las impactantes fotografías de Manuel Álvarez Bravo o los murales de Diego Rivera y otros muralistas mexicanos. Esto no era extraño, considerando que se trataba de un México en reconstrucción y que muchos intelectuales y artistas estaban fuertemente comprometidos con el proyecto posrevolucionario.
A una década de distancia de la fundación de la SEP se quería continuar con el proyecto de masificación de la enseñanza y de modernización. Al rededor del 60% de la población, con 10 o más, años no sabía leer ni escribir y sólo el 42% de los niños asistían a la escuela. No parecía una tarea fácil.
La apuesta era que que los maestros fueran enviados a fundar escuelas en zonas remotas. Era evidente que la formación de los maestros no era suficiente para esta gran labor, eran muy jóvenes y de estratos pobres. Fue así que se creó la revista El Maestro Rural para aconsejar a los maestros, seguirlos formando y no abandonarlos en la tarea de enseñar. Ésta se distribuía gratuitamente entre los profesores rurales de todo el país, con un tiraje de 10, 000 ejemplares, lo que ciertamente resultaba masivo para la época. Podríamos decir que esta revista fue uno de los primeros proyecto de educación a distancia.
Sus títulos nos hablan de una realidad extraviada en los archivos: Se leía “Libros para Campesinos de México”, “La Campaña Nacional de Alfabetización”, “El proceso educativo con sus relaciones con la acción ejidal”, “Póliza de 1000 del PNR de los deudos a maestros asesinados”, éste último habla de una indemnización que haría la SEP a familiares de maestros asesinados por “fanáticos religiosos”. Enseñar no sólo era difícil, lejano y exigente, también era peligroso.
Los maestros rurales no sólo se hacían cargo de la escuela y los niños, la SEP esperaba que se involucraran en todas las actividades de la comunidad (la siembra, las fiestas y los rituales) para subsanar las necesidades educativas del campo, por ello no era extraño que hicieran enemigos.
Esta inmersión del maestro también se puede apreciar en las secciones tituladas “Avicultura”, “Pequeñas industrias4”, “Ganadería”, “Pedagogía e Higiene”, “Economía doméstica”, “Agricultura”, “Deportes”. Otro ejemplo es la preocupación de la época por el alcoholismo en las comunidades, así que en la revista podemos encontrar materiales como “El himno antialcohólico huasteco” o el “Himno del borracho”. Se esperaba , por ejemplo, que los maestros formaran coros en las comunidades y los popularizaran para intervenir en esos hábitos.
No sólo se esperaba que apoyara las actividades productivas y de salud, sino que también se les encomendaba la tarea de extender la cultura. La revista contaba con la colaboración de varios artistas importantes en una época, en que la SEP y los círculos intelectuales eran muy cercanos. Su primer director fue el poeta Salvador Novo. A este se sumaron numerosos intelectuales de la época. Escribían artículos músicos como el compositor Eduardo Hernández Moncada o la pintora Angelina Beloff. Gabriela Mistral también hizo algunas contribuciones. Podemos encontrar colaboraciones internacionales sobre la Segunda Guerra Mundial del conocido poeta José Juan Tablada y artículos de profesores como Isidro Burgos o Quirino Mendoza. Por estos vínculos no es extraño encontrar entre sus páginas litografías, partituras y manuales de dibujo, además de las respectivas secciones de teatro, música y dibujo.
El proyecto era, a mi gusto, muy bello. Sin embargo, la realidad de los maestros a veces distaba mucho de las pretensiones de los círculos intelectuales y burocráticos (tal como hoy en día). La paga no era buena y los profesores no se daban abasto para atender tantas tareas. En la sección “La Voz del Maestro” se publicaba la correspondencia de los profesores, que con muy buena voluntad expresaban las limitaciones de su contexto y pedían a la Secretaría recomendaciones para mejorar su labor. Aún con ello se sumaban a los proyectos de la Secretaría y compartían las actividades que habían logrado desarrollar en sus comunidades para que fueran replicadas por otros profesores.
La revista atravesó un controvertido momento de la historia de la educación: cuando se declaró que la educación impartida por el Estado sería socialista (1934). En este periodo también se bombardeo a los maestros con las adaptaciones del nuevo modelo que, como todas las reformas educativas en este país, sólo duraría un par de años. Sin duda esta influencia que permitió el asentamiento de posturas políticas de izquierda en las Escuelas Normales fue uno de los factores que dio origen a la tradición de activismo en Ayotzinapa. Además de la cercanía que los maestros siempre tuvieron con los movimientos sociales, siempre próximos a los estratos más pobres y marginados, no tardaban en encabezar movimientos en búsqueda de justicia. El conocimiento era su bandera. Probablemente la figura más cercana al maestro era el sacerdote.
Es este apenas un recorte de la historia, el hilo de un proyecto en el que se invirtió un gran esfuerzo y cuyas repercusiones es difícil rastrear. La SEP era otra, los maestros eran otros. Aún así podemos ver entre la neblina del tiempo a profesores sin cuya labor las cifras de alfabetización no habrían aumentado, profesores que con insospechadas motivaciones cargaron sobre sus pies la educación que planearon algunos idealistas y la llevaron a los lugares más alejados ¿Es distinto hoy?
1Astilla o raja de manera muy impregnada en resina, que encendida, alumna como un hacha
2Cifuentes, Ángeles. “El Maestro Rural”, El Maestro Rural XIII, no. 5 y 6 (Mayo y junio 1940):18.
31932-1940
4En estas podemos encontrar títulos como “Curtimiento de pieles con pelo” o “Fabricación de embutidos”
Referencias:
Barrera Correa, Evangelina, Análisis de la propuesta de educación musical de Hugo Conzatti en la revista mexicana El Maestro Rural (1932-1940). Disponible en http://oreon.dgbiblio.unam.mx/F/CHYG7D6TYKS3UVDDAC4HX45K6452NHCKHXXFC6RRLFKQBE3EHT-49309?func=full-set-set&set_number=005583&set_entry=000002&format=999
Torices de la Cruz, Juan Pablo, Itinerarios que cruzan, perspectivas que se entrevén :revista El Maestro rural, lumbrera de una época. Disponible en http://oreon.dgbiblio.unam.mx/F/CHYG7D6TYKS3UVDDAC4HX45K6452NHCKHXXFC6RRLFKQBE3EHT-51536?func=full-set-set&set_number=005622&set_entry=000001&format=999
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