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De la sustancia a lo sustancial. ¿O al revés?

  • Foto del escritor: La Polilla
    La Polilla
  • 17 feb 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 12 nov 2020



Foto tomada de: publimetro.com.mx


El veintitrés de febrero de 2018, alrededor de las cuatro de la tarde, estudiantes de la

UNAM reportaron en redes sociales haber escuchado al menos tres detonaciones

de armas de fuego dentro del campus universitario, a un costado del anexo de Ingeniería, en

el área de los frontones —un sitio conocido por el tráfico de drogas. Al poco tiempo el suceso fue corroborado por diversos medios y horas después se confirmó la muerte de dos hombres, uno de 29 y otro de 20 años, que habían sido trasladados a la clínica 8 del IMSS.


La propia universidad difundió posteriormente en dichos medios un comunicado donde "explicaba" y "condenaba" los hechos:


“La Universidad Nacional Autónoma de México condena enérgicamente los hechos

violentos provocados en sus instalaciones y rechaza la presencia de gente ajena a la

institución, que nada tiene que ver con las tareas académicas, culturales o deportivas que se

desarrollan cotidianamente en el campus”.


En él, la Universidad se refirió a los finados como gente ajena a la universidad. Pues claro. ¿Cómo iba a ser que un estudiante de una de las mayores universidades de Latinoamérica estuviese inmerso en una riña tan violenta como la ocurrida la tarde del 23 de febrero?


En realidad, pese a lo que afirman las autoridades, la comunidad universitaria no es ajena a estos problemas. Entenderlo es sencillo: sin demanda no hay oferta. Y es que, según la ENCONDAT, el consumo de sustancias psicoactivas entre jóvenes de 12 y 18 años ha aumentado considerablemente... Y ni se diga entre los universitarios.


Pero, ¿por qué la juventud consume tanta droga? Son diversas las causas que originan el alto consumo de sustancias psicoactivas en población de entre 15 y 25 años. No dedicaré este artículo a mencionar todas y cada una de ellas. Más bien me parece importante señalar que

el abuso de sustancias es uno de los tantos problemas que sufre el país como síntoma de la dinámica social que se ha desarrollado en las últimas décadas y subrayar que el problema de raíz se encuentra en la naturaleza del propio sistema.


Es bien sabido que la principal consecuencia del sistema económico actual es la existencia de profundas desigualdades, que originan a su vez las clases sociales. Entender este fenómeno en su totalidad (el origen de las clases sociales) es complejo. Engels habló de ello y propuso que el raquítico rendimiento del trabajo humano y el muy conocido suplante de la propiedad común por la privada fueron factores altamente decisivos en el proceso. Esta afirmación de Engels ayudará a explicar por qué considero que el consumo de drogas y otros muchos problemas sociales provienen de un mismo lugar.


La principal causa de la drogadicción estriba en el incumplimiento de nuestros derechos humanos básicos, como la educación, la salud, la vivienda, la alimentación, al trabajo, la seguridad y (¿por qué no?) la verdad. Todos son primordiales para el desarrollo humano.


¿Me equivocaré al aseverar que nuestros derechos humanos han sido principalmente

atropellados por las reformas de los últimos gobiernos neoliberales? La mayoría vive marginada; la minoría, privilegiada.


El consumo de drogas tiene la tasa más alta entre las personas con menos acceso a dichos

derechos. Son comunidades enteras en situaciones económicas graves, con la educación básica apenas concluida, con altísimos grados de violencia intrafamiliar; una calidad de vida paupérrima en la que no se puede gestar ningún tipo de bienestar emocional. La salida

es clara y rápida: las sustancias con acogedores efectos psicoactivos.


Sin embargo, el panorama se torna interesante cuando observamos que el consumo de estas sustancias también se ha incrementado en las clases sociales más altas que habitan principalmente zonas urbanas en fuertes procesos de globalización. Reflexiones de diversos estudios indican que la división de trabajo y estilo de vida que llevan las poblaciones urbanas (sin diferenciación de clase) acarrean a los individuos a una profunda soledad alienada y al desarraigo social; un desarraigo comunitario e individual que despoja al ser de su integridad identitaria. La narrativa social sigue sobre una línea determinista absurda a la que el adicto se resigna, las drogas son un recurso necesario para sobrellevar la realidad urbana.


Ante esto, varias críticas con discursos de superación personal de la hegemonía cultural señalan casos contados en los que algunos individuos fueron capaces de sobrellevar las adversidades de la vida. Felicidades por ellos: dichos individuos no representan ni el 0.001% de la población total del país. Este mismo discurso de superación personal fue utilizado por muchos miembros de la universidad, que a través de éste discurso elitista que reafirmaba su ego, enaltecieron el orgullo universitario y señalaron el problema de las drogas como un problema individual y ajeno a la universidad. Esta perspectiva no posee ninguna conciencia de clase ni empatía por la descomposición social. Es fácil para ellos REDUCIR una problemática GENERAL a una individual, y juzgan la capacidad de voluntad sin conocimiento de causa de los individuos enfermos por una sociedad artificial, narcisista y fracturada.


Para Engels el libre albedrío no significa otra cosa que la facultad de tomar una resolución con conocimiento de causa. La voluntad es la decisión de realizar las acciones, no los actos en sí. Se forma la característica cognoscitiva en función de las actividades que realiza el ser humano conscientemente. Se construye en las actividades naturales en sociedad y de la cultura asumida. Resulta absurdo, en ese sentido, juzgar y criminalizar al adicto, ya que el origen de su consumo es más bien producto de la carencia de causas exteriores, de su realidad cotidiana y de su vida en sociedad; la voluntad, que nos define en seres humanos, pierde su fuerza bajo éstas carencias. Por todo ello considero que la posición política más incisiva que podemos tomar está en los zapatos del otro, está en la empatía. Empatía por todos aquellos que somos víctimas de un mismo sistema.


¿Ajenos los narcóticos en las actividades cotidianas de los universitarios? ¿ajenos los

narcóticos a las actividades académicas, a las culturales, a las deportivas? Hagámonos la

pregunta entonces, ¿gente ajena en qué sentido?



Referencias


1.- El Reforma, 2018


2.- Engels, Anti-Düring, Madrid, ed. Cenit, 1932, p. 308


3.- CONFERENCIA QUE BAJO EL TÍTULO “DROGAS Y DERECHOS HUMANOS” IMPARTIÓ EL LIC. LUIS RAÚL GONZÁLEZ PÉREZ EN EL SIMPOSIO “DROGAS Y CRIMINALIDAD” EN HOMENAJE ALDR. JOSÉ NARRO ROBLES, ORGANIZADO POR LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM http://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/participacion/20152110.pdf


4.- Definición de Voluntad

http://www.filosofia.org/enc/ros/vold.htm

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