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Ecuador 2021: ¿Un nuevo inicio para la izquierda latinoamericana?



Imagen tomada de: www.rtve.es


El 7 de febrero se celebraron elecciones en Ecuador. El evento es importante porque pone de manifiesto que se está reabriendo una lucha en la mayoría de los países latinoamericanos: se ve venir el regreso de las coaliciones electorales progresistas a lo largo de América Latina. Aunque el retorno de estas fuerzas a la contienda electoral, después de un periodo que ha sido bautizado por algunos como el ciclo de la «restauración conservadora», es indiscutible, su consolidación y victoria están lejos de serlo. En el Ecuador, que en estos momentos se encuentra bajo un proceso de recuento electoral plagado de irregularidades, se está librando una cruenta batalla entre las fuerzas progresistas y una desesperada coalición conservadora que parece dispuesta a todo para aferrarse al poder. El Gobierno en curso ha recurrido a técnicas como solicitar la intervención de Gobiernos extranjeros, como el colombiano [1], utilizar a la fiscalía ecuatoriana para realizar “indagaciones” sobre la base de datos electorales (saliéndose de su ámbito competencial e introduciéndose en el de las autoridades electorales) [2] y plantear coaliciones nominales con sectores políticos a los que siempre han desdeñado [3] (como Pachakutik, un partido político del movimiento indígena al que el Gobierno ecuatoriano y sus aliados de derecha estaban dispuestos a reprimir hasta hace menos de dos años).


Por todo lo anterior, los demócratas y las fuerzas de izquierda de todo el mundo deberíamos estar atentos a los desenlaces de las elecciones en el Ecuador, exigiendo que se respete la voluntad democrática en ese país. Sin embargo, dicho reclamo generalizado de parte de la izquierda regional ha estado lejos de presentarse en este caso, y, si esto no fuera por el desconocimiento de muchos sobre la situación política ecuatoriana, pareciera que también se explica por el deslinde latente dentro de las izquierdas actuales en torno a los gobiernos progresistas latinoamericanos de la década pasada.


La pandemia de COVID-19 ha venido ha catalizar las formas más rapaces del capitalismo global: la caída de millones en el desempleo y la pobreza, y el crecimiento estratosférico de la riqueza de unos cuantos multimillonarios han conducido a la directora de Oxfam, Gabriela Bucher, ha advertir que podríamos estar presenciando el crecimiento más grande de desigualdad económica en la historia humana [4]. A la desigualdad entre los individuos se ha sumado la desigualdad entre las naciones, en la cual un puñado de países ricos que no representa a más del 10% de la población mundial ha acaparado más de la mitad de las vacunas disponibles a nivel global [5]. Ante este contexto, pareciera que no existe un mejor momento para volver a discutir las estrategias que puede adoptar la izquierda latinoamericana para hacer frente a las injusticias que arroja este sistema capitalista global.


Es en ese sentido que el caso del Ecuador cobra aún mayor relevancia: por lo que su pasado reciente y su presente representan para la izquierda latinoamericana. En su pasado reciente, el país andino estuvo en el vórtice de la marea rosa latinoamericana, y, como tal, condensó y exhibió muchas de las virtudes y de los vicios icónicos que caracterizaron a la izquierda partidista y de los movimientos sociales durante este periodo histórico regional. En su presente conflicto, el país exhibe cuáles son los nuevos desafíos y posibilidades para promover la justicia social en un contexto marcado por la crisis económica global y por movimientos partidistas locales desprovistos de la potencia original de sus liderazgos carismáticos.


La década que pasó: las cuentas de la Revolución Ciudadana


En 2007, la llegada del economista heterodoxo Rafael Correa a la presidencia del Ecuador marcó el inicio de un nuevo periodo en la historia del país. Montado en una ola de sentimiento antisistémico y de rechazo a las reformas neoliberales de las décadas pasadas, Correa convocó a un referendo para crear una nueva constitución del país e inició un proceso de reforma y transformación económica, política y social, que sería conocido como la Revolución Ciudadana. Al alejarse del mandato de austeridad presupuestaria dictado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), desconociendo las deudas internacionales ilegales contraídas por los Gobiernos que le precedieron y renegociando los contratos petroleros del país para aumentar el presupuesto del gasto social, Correa inauguró una época de crecimiento y redistribución económica en el Ecuador. Aún así, el periodo mencionado (2007-2017) no estuvo exento de contradicciones que despertaron animosidad dentro de la izquierda. Aunque la nueva Constitución reconocía el carácter plurinacional del país y reivindicaba los derechos de la naturaleza, así como una noción del Buen Vivir que iba más allá de la estrecha conceptualización del bienestar occidental, en la práctica, el crecimiento económico y la política redistributiva del gobierno se construyeron sobre la base del mercado global de las commodities. Por este motivo, controvertidos proyectos extractivos como la Iniciativa petrolera Yasuní-IIT y la Ley Minera que facilitaba la polémica minería a cielo abierto tomaron prioridad respecto a los ideales plasmados en la nueva Carta Magna. Esto generó un rechazo importante de parte de ciertos sectores indígenas y ambientalistas, quienes se sintieron traicionados por el rumbo que había tomado la Revolución Ciudadana para materializar varias de sus promesas en el terreno socioeconómico. En su momento, el Gobierno respondió a estas reacciones con desestimaciones paternalistas (en el mejor de los casos) y con la criminalización estatal (en el peor de ellos).


Sin embargo, las contradicciones antes señaladas no deben hacernos olvidar las cosas que sí se consiguieron durante la Revolución Ciudadana. La cantidad de personas sin suficiente ingresos para comer en el Ecuador se redujo a un mínimo histórico [6]; el país se convirtió en uno de los primeros lugares de la región en la reducción de desigualdad económica [6]; se impulsó una política salarial progresiva que, con el establecimiento de un salario digno y un régimen de supervisión más estricto, consiguió que los ingresos de los trabajadores llegasen a crecer a un mayor ritmo que la tasa de productividad de la economía [6]; se duplicó la cobertura de la seguridad social y el gasto en la salud pública; también se aumentó sustancialmente el gasto en educación superior, hasta llegar a ser el más elevado de toda América Latina [7].


Dichas reformas evidentemente desembocaron en una reacción del empresariado conservador ecuatoriano e internacional, cuyos ataques mediáticos e intentos de desestabilización del Gobierno serían incesantes a lo largo de los diez años de la Revolución Ciudadana. Pese a lo que aleguen los críticos de este periodo, bajo el mandato de Correa el gobierno ecuatoriano nunca cedió completamente ante las presiones de dichos grupos y siguió impulsando proyectos redistributivos radicales (como el impuesto a las grandes herencias) hasta el fin de su mandato [8]. Aun cuando el Gobierno correísta adoptaría medidas de austeridad más cercanas a las prescripciones del FMI durante la crisis de las commodities entre 2014 y 2016, estos recortes irían dirigidos fundamentalmente al gasto capital, manteniendo relativamente intacto el gasto corriente, lo que explica la continuidad operativa de gran parte de la política social durante los años de crisis y el bajo impacto que ésta tuvo sobre el aumento de la pobreza en el Ecuador durante el periodo 2014-2016 [7].


Lo mismo no puede decirse del periodo de Lenín Moreno, sucesor de Correa, que rápidamente cedió ante las presiones del empresariado conservador y de los grandes poderes internacionales, traicionando al proyecto de la Revolución Ciudadana que lo había encumbrado en el poder. Pese a la recuperación de los precios de los commodities, Moreno no se detuvo en sus recortes al gasto público y social, en un periodo gubernamental que estuvo marcado por un discurso de crisis perpetua y en el que, por primera vez en años, la pobreza empezó aumentar de manera significativa en el Ecuador [9]: de manera que, para 2019, 2 millones de ecuatorianos habían regresado a vivir en la pobreza [10]. Para conducir a esos resultados, Moreno reduciría los impuestos a las grandes empresas mineras, convirtiéndolas en meros vehículos para el ensanchamiento de bolsillos privados y la destrucción ambiental [11]; buscaría la privatización de empresas públicas rentables; despediría a miles de empleados públicos [12] y retiraría aranceles claves para la industria y la sostenibilidad económica del país [13]. Lo anterior condujo a una situación de crisis artificial en la que el gobierno se declaró forzado a negociar un préstamo con condiciones draconianas ante el Fondo Monetario Internacional (FMI). En este proceso de negociación con el Fondo, el gobierno de Moreno entregaría, como moneda de cambio por el préstamo, al fundador de Wikileaks y defensor de la libertad de prensa, Julian Assange, quien hasta entonces se encontraba asilado en la Embajada del Ecuador en Londres ante la persecución del gobierno estadounidense [14]. Esto se convertiría en un episodio icónico del servilismo ante Washington que caracterizaría a la administración de Moreno en la esfera internacional, con decisiones como el retiro del Ecuador de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) [15] y el apoyo a las sanciones económicas a Venezuela [16]. Por último, en 2019, el paquete de políticas económicas mandatado por el FMI orilló a miles de ecuatorianos, sobre todo indígenas, a tomar las calles en una ola de manifestaciones que terminaría por desplomar la aprobación del gobierno de Moreno [10], cuya represión violenta dejó a 5 muertos, 1 070 presos y cientos de heridos [17].


El presente: ¿nuevas posibilidades o el eterno retorno para la izquierda ecuatoriana?


Pese al contraste antes delineado, hay quienes todavía minimizan las diferencias entre el gobierno de Moreno y el de Rafael Correa. Lo anterior sólo puede lograrse adoptando una perspectiva sumamente estrecha de la política o bajo una visión que relativiza elementos clave como la política económica y las relaciones con entidades internacionales, variables que generan las distinciones más drásticas entre ambos gobiernos. Si bien cabe reconocer que esta postura extrema no es la de todos los críticos de la Revolución Ciudadana, resulta importante hacer mención de ella, porque se encuentra encarnada en uno de los principales actores políticos de la actual elección: el candidato del partido indígena Pachakutik, Yaku Pérez. La candidatura de Yaku y de su partido obtiene mucha de su fuerza de las movilizaciones aludidas de 2019, dentro de las cuales la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) jugó un papel fundamental. Sin embargo, la candidatura de Pérez también cristaliza agravios más antiguos de ciertos sectores indígenas y ambientalistas, cuyos orígenes pueden trazarse hasta el periodo correísta. Lo desafortunado de la candidatura de Pachakutik es que combina agravios y demandas legítimas con un liderazgo abiertamente reaccionario como el de Yaku, el cual se rehúsa a reconocer las diferencias entre un bloque de liderazgos progresistas (con todos sus bemoles ya mencionados) y una propuesta netamente conservadora como la del candidato con quien ha tenido acercamientos recientes, el banquero Guillermo Lasso. El Movimiento Creando Oportunidades (o CREO), la fuerza política de Lasso, impulsa una agenda económica basada en la flexibilización del mercado laboral ecuatoriano [18] y representa al sector empresarial conservador que pactó y cogobernó la esfera pública durante el catastrófico período de Moreno [19]. Además, Lasso es sin lugar a dudas la opción más conservadora en temas que supuestamente preocupan al candidato indígena, como lo son el aborto y la economía extractiva [20].


Está todavía por verse cuál será el desenlace de esta dramática elección en la que, de manera inverosímil, se han reunido fuerzas tan diversas como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Gobierno colombiano, la derecha ecuatoriana y partes de la dirigencia indígena del país, pero la historia señala que este tipo de esfuerzos concertados contra un solo candidato (en este caso, Arauz) pueden terminar siendo contraproducentes para sus promotores... Esto es, claro, si se respetan las condiciones mínimas de la democracia, lo cual, en este caso, todavía está por definirse. No obstante, de triunfar el liderazgo progresista, el panorama para Ecuador no es para nada desalentador. Arauz ha incorporado a su plataforma propuestas que lo distinguen de su correligionario Correa, como lo son sus políticas de reindustrialización verde, minería circular, y la intervención del Estado para conseguir la democratización de la economía digital [21]. Por otra parte, el candidato sostiene algunos de los mejores compromisos del correísmo tradicional, sobre todo, en su postura crítica ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y su voluntad de renegociar los préstamos de Moreno para otorgar términos más favorables al país [22], algo que ya tiene un precedente inmediato con lo que ha hecho el gobierno argentino de Alberto Fernández con la renegociación de las deudas contraídas por Macri [23].


Andrés Arauz y Alberto Fernández. Imagen tomada de: www.infobae.com.


Además, no cabe duda de que la consolidación de un bloque progresista regional que se perfila con la victoria de Arauz (comenzando por reintegrar el país al UNASUR) sería de gran importancia para temas que competen no sólo a América Latina, sino al Sur Global en su conjunto: estos temas incluyen el combate al acaparamiento de vacunas contra el COVID-19 por las naciones del Norte Global y la condonación o renegociación de los términos de endeudamiento que hoy en día sofocan a las economías de todo el Sur Global, y que, sin duda, dificultará la salida de estos países de la recesión económica causada por la pandemia. En este último tema, Arauz se ha distinguido por aventurar diversas propuestas que podrían implementarse con acuerdos en la comunidad internacional [24].


Por último, debemos admitir lo obvio: las oportunidades positivas para un país no se pueden sopesar únicamente con base a las buenas propuestas de campaña de un candidato, pues, después de todo, esas propuestas siempre son fácilmente descartables cuando los factores reales de poder se imponen a la hora de gobernar. Por ello, es importante analizar la configuración política y social que pudiera acompañar a dicho gobierno, la cual terminará definiendo su rumbo y sus posibilidades, y, bajo esa misma línea, sopesar el grado de influencia que podrían tener los diversos movimientos y actores sociales de izquierda dentro de dicha configuración. No cabe duda de que la idea de votar por el candidato “más progresista” para luego “empujarlo a la izquierda” mediante “la movilización social”, es una idea que muchas veces se ha fetichizado en los círculos de izquierda, pero que no siempre se ha llevado a la realidad. Como han señalado críticos más sobrios sobre el tema, las políticas de un liderazgo carismático y vertical como el de Rafael Correa pueden resultar incluso más difíciles de influenciar que las de un conservador con una coalición política frágil como la de Moreno [25]. Algo parecido podría decirse de la limitadísima influencia que tienen las organizaciones sociales de izquierda en la presidencia de Andrés Manuel López Obrador en México. Sin embargo, la reciente aprobación del aborto en Argentina, impulsada por el movimiento feminista masivo, pero facilitada por el gobierno peronista de Alberto Fernández, sugiere que bajo condiciones de un liderazgo progresista menos carismático, más receptivo y con una ostentación del poder más frágil, la influencia de los movimientos sociales y de los actores sociales no partidistas puede verse considerablemente aumentada [26].


Y estas últimas son precisamente las condiciones que parecen presentarse en el Ecuador ante un prospectivo gobierno de Arauz-Rabascall. Por un lado, Arauz parece un personaje de talante mucho menos autoritario que Correa y, a diferencia de este último, suele rehuir mucho más a la polarización y la confrontación con sus críticos. Sin embargo, más allá de estas apreciaciones subjetivas, cabe resaltar dos hechos objetivos sobre un potencial gobierno de Arauz: éste goza de una popularidad personal mucho menor a la de Correa con el pueblo ecuatoriano y, fundamentalmente, si éste llegase a gobernar, lo haría sin una mayoría de su partido en el Congreso, por lo cual tendrá que negociar con Pachakutik y el resto de partidos socialdemócratas y progresistas para implementar su agenda [27]. Todo lo anterior indica el advenimiento de un gobierno dentro del cual los movimientos sociales ecuatorianos podrían ejercer una influencia mucho más considerable que en el pasado.


Muchos movimientos históricos han optado por la utilización de un liderazgo fuerte y carismático (si se tiene uno) para construir sus proyecto políticos: en parte por la efectividad que dicha estrategia otorga para organizar a las propias filas y a la agilidad que brinda para confrontar a los enemigos políticos del proyecto. Sin embargo, la desventaja de esta aproximación es que suele relegar a muchos actores del proceso de cambio y tiende a generar transformaciones políticas más frágiles y verticales. En estos tiempos, las condiciones se han alineado para que en el Ecuador se construya un proyecto transformador que sea duradero, construido mediante el acuerdo de diversas fuerzas y ya no por el liderazgo arrollador de una figura carismática. Sin embargo, esto último, para concretarse, requerirá de la buena voluntad de todos los actores relevantes en la izquierda y de la capacidad de todos ellos para escuchar, movilizar, disentir y, ultimadamente, construir un proyecto compartido. La pregunta es... ¿estarán dichos actores a la altura?



Referencias


[1]Visita de fiscal colombiano a Ecuador levanta ola de acusaciones por injerencia :_https://www.france24.com/es/américa-latina/20210215-visita-fiscal-colombia-ecuador-elecciones-eln-andres-arauz


[2] #AlboradaOnline – Ecuador’s Presidential Election: Will the Left Win?: https://alborada.net/events/ecuadors-presidential-election-will-the-left-win/.



[4] Covid-19 pandemic makes rich much richer as poor suffer, inequality report says: https://www.france24.com/en/americas/20210125-covid-19-pandemic-makes-rich-much-richer-as-poor-suffer-oxfam-inequality-report.


[6] Sharing the fruits of progress: poverty reduction in Ecuador: https://www.sdgfund.org/sharing-fruits-progress-poverty-reduction-ecuador

[7] Decade of Reform: Ecuador’s Macroeconomic Policies, Institutional Changes, and Results: https://cepr.net/images/stories/reports/ecuador-2017-02.pdf

[9] El 38,1% de ecuatorianos vive en la pobreza con múltiples carencias: https://www.primicias.ec/noticias/economia/ecuador-lejos-reducir-pobreza-multidimensional/


[10] Ecuador: Lenin Moreno’s government sacrifices the poor to satisfy the IMF: https://www.coha.org/ecuador-lenin-morenos-government-sacrifices-the-poor-to-satisfy-the-imf/






[14] Julian Assange's father breaks his silence over son's arrest and claims WikiLeaks founder was traded to the US by Ecuador in return for a loan from the International Monetary Fund : https://www.dailymail.co.uk/news/article-6968625/Julian-Assanges-father-claims-traded-Ecuador-return-IMF-loan.html


[15] Ecuador se retira de Unasur por su "falta de operatividad", dice Lenín Moreno: https://www.france24.com/es/20190314-unasur-lenin-latioamerica-ecuador-kirchner


[16] Previo a cita, Ecuador y Perú ratifican apoyo al Grupo de Lima frente a crisis venezolana: https://www.elcomercio.com/actualidad/moreno-vizcarra-grupo-lima-gabinete.html.



[18] Guillermo Lasso propone crear el “día de los desempleados” : https://www.elcomercio.com/actualidad/lasso-dia-desempleados-protesta-subempleo.html.


[19] Guillermo Lasso reconoce que hubo un acuerdo de ‘gobernabilidad’ con el Presidente Moreno: http://www.pichinchacomunicaciones.com.ec/guillermo-lasso-reconoce-que-hubo-un-acuerdo-de-gobernabilidad-con-el-presidente-moreno/


[20] Inclusive organizaciones pro-ambientales que favorecen la propuesta de Yaku, siguen situando a la plataforma de Arauz por encima de la del banquero en términos ecológicos, léase: Medio ambiente: ¿Qué proponen los candidatos presidenciales en Ecuador? https://es.mongabay.com/2021/02/medio-ambiente-en-las-elecciones-presidenciales-ecuador-2021/



[22] Ecuador’s Likely Next President, Andrés Arauz, Talks to Jacobin: https://www.jacobinmag.com/2021/02/andres-arauz-ecuador-elections


[23] Argentina´s Fernandez eyes ´flexible´ IMF deal, possible farm tax hikes: https://www.reuters.com/article/us-argentina-politics-idUSKBN2A70NR.


[24] “El G20 debe pedir al FMI que emita 3 billones de Derechos Especiales de Giro”, afirman economistas del CEPR: https://www.cepr.net/press-release/el-g20-debe-pedir-al-fmi-que-emita-3-billones-de-derechos-especiales-de-giro-afirman-economistas-del-cepr/


[25] Ecuador: ¿realmente hay un «giro a la derecha»? Del correísmo al morenismo: https://nuso.org/articulo/ecuador-moreno-correa-elecciones-politica/


[26] Aborto en Argentina: 3 claves que explican por qué esta vez sí se aprobó la ley de la interrupción del embarazo: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-55483258.


[27] El correísmo buscará acuerdos con Pachakutik y la Izquierda Democrática: https://www.primicias.ec/noticias/politica/correismo-acuerdos-pachakutik-izquierda-democratica/

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