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El conflicto del Fonca: un repaso crítico

La Historia de México, murales de Diego Rivera en la escalinata de Palacio Nacional. https://mercatornet.com/the-history-of-mexico-an-ideological-masterpiece/22698/



  1. ¿Qué sucedió?

El pasado 2 de abril de 2020, el presidente Andrés Manuel López Obrador disolvió 283 fideicomisos públicos mediante un decreto ejecutivo. Esta acción, que aplica sólo a un subgrupo del universo de fideicomisos públicos, ya se había discutido durante la elaboración de la Ley Federal de Austeridad Republicana el año pasado, pero ahora, ante la pandemia, las autoridades federales resolvieron llevarla a cabo de manera apresurada. La desaparición de estos fideicomisos permitió la creación de una bolsa de 250,000 millones de pesos, de los que el gobierno pretende echar mano para financiar una serie de acciones prioritarias para responder a la crisis económica desatada por el COVID-19.[1] Al estar constituido como Mandato, una figura análoga al fideicomiso, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) cayó bajo el dominio del ya referido Decreto presidencial. No obstante, lo hizo de manera peculiar. Tras algunas negociaciones entre la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la Secretaría de la Función Pública (SFP) y la Secretaría de Cultura (SC), se resolvió que los recursos del Fonca, que ascienden a los 5,000 millones de pesos, no servirían para atender la emergencia del COVID-19, y que simplemente se reasignarían a la partida presupuestal de la SC [2].


  1. ¿Cuál es la situación actual del FONCA?


Si bien todo parece indicar que la reestructuración surgida del reciente Decreto presidencial eliminó de un plumazo al Fonca como Mandato y, por tanto, al Fonca mismo[3], el panorama no deja de ser confuso. Hasta la fecha se desconoce cómo operarán en un futuro los programas que coordinaba dicha institución. La SC expresó simplemente que: “Durante este periodo de transición se mantienen los apoyos y becas, además, las convocatorias abiertas siguen su curso”[4]. Pese a que todo indica que no desaparecerán los apoyos, la transferencia de los fondos provocará que el dinero que hasta el año pasado el Fonca tenía garantizado dependa ahora de las asignaciones del presupuesto federal, de tal suerte que la SC tendrá que “pelear” en el futuro por conseguirlos. Complementariamente, en el comunicado de la SC se hace referencia a un “periodo de transición”. No se sabe que sucederá después.


En todo caso, los hechos han desatado polémicas y comunicados por parte de la comunidad artística y de funcionarios. Existe un debate profundo entre quienes apoyan al Fonca y quienes lo critican, así como entre aquellos que aplauden las medidas tomadas por el Ejecutivo Federal y aquellos a los que les parecen extremadamente nocivas. Para comenzar a comprender la situación presente y los prospectos futuros de esta iniciativa artística y cultural, especialmente en lo que respecta al Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), resulta importante reconocer la validez de algunos de los argumentos esgrimidos por ambas partes del debate actual.


  1. El debate: las virtudes

Quienes defienden las virtudes del Fonca señalan que se trata de un fondo que reparte recursos para respaldar a los artistas del país, y que lo hace mediante un sistema que da voz y voto a los miembros de la propia comunidad artística, por lo que las decisiones se fundamentan en criterios artísticos y estéticos. Aquellos que han protestado, temen y denuncian que ahora esta cualidad pueda perderse[5]. Pero acaso su rasgo más importante y su significado último para la cultura mexicana estriba en que nació como un ente que, en comparación con el PRI de la vieja escuela, corporativista y habituado a cooptar y controlar a los artistas e intelectuales mediante la concesión discrecional de apoyos y fomento a sus proyectos, el Fonca pretendía distribuir los recursos con un nuevo sistema que tuviera un criterio más meritocrático y artístico, dejando atrás el viejo estilo burocrático y gubernamental[6]. Todavía hoy, en la página oficial del Fonca, pueden leerse sus objetivos, que resultan bastante ilustrativos: “Invertir en los proyectos culturales profesionales que surgen en la comunidad artística, y ofrecer fondos para que los creadores puedan desarrollar su trabajo sin restricciones, afirmando el ejercicio de las libertades de expresión y creación”[7].


Sin nombrar ningún ejemplo, debemos reconocer que el Fonca sí ha apoyado a grandes artistas, cuya obra es reconocida nacional e internacionalmente. De igual manera estamos obligados a afirmar que los becarios del Fonca no han sido cooptados, es decir, pueden criticar tanto a los gobiernos como a los poderes económicos con plena libertad[8].


¿Cómo asegurar que los artistas produzcan obras de calidad? ¿Cuál es el lugar que los artistas deben ocupar en la sociedad? ¿El Estado es siempre un “ogro filantrópico” que atenta contra la cultura? En el mundo neoliberal del siglo XXI: ¿los artistas deben tener independencia con respecto al mercado o, por el contrario, tienen que vender su obra, rendir cuentas, probar su utilidad? ¿El arte en México es plural o elitista? ¿La libertad se ha convertido en una herramienta de dominación controlada? ¿Qué entendemos por cultura? Muchas de estas preguntas están vinculadas con qué es el Fonca y cómo está operando.


  1. Los vicios

Positiva o negativamente, la autonomía del Fonca respecto a la burocracia gubernamental ha sido desde un inicio relativa[9]. Si bien es cierto que los jurados que seleccionan los proyectos del Sistema Nacional de Creadores de Arte son miembros de la comunidad artística, éstos son designados por funcionarios del gobierno. Además, el Consejo Directivo del Fonca está presidido por la SC; este órgano tiene la última palabra sobre la aprobación de proyectos y la toma de decisiones.


También se ha señalado que incluso la parte democrática del Fonca, donde participan miembros de la comunidad artística, está acaparada por los integrantes de un pequeño sector cultural, que pertenece a unos cuantos circuitos artísticos y sociales principalmente de la Ciudad de México. Los estudios de los académicos Tomás Ejea Mendoza y Jorge Pérez Falconi prueban esta aseveración analizando los datos públicos del propio Fonca[10]. El problema comienza, pero va más allá, con el centralismo típico de nuestro país: Falconi señala que el 75% de los beneficiarios del SNCA en el área de dramaturgia residen en la Ciudad de México[11] y que la mayoría de los miembros de los comités de selección y del consejo directivo provienen de la capital[12]. Lo más importante es el hecho de que muchos de los miembros y beneficiarios de la institución forman parte de unas cuantas redes de proyectos, concursos y círculos artísticos entrelazados, por lo que se acusa a quienes son miembros de estas redes de sostener dinámicas endogámicas en la asignación de recursos. Por ejemplo: Flaconi señala que dentro del registro del periodo 1993-2018, en las áreas de dramaturgia y coreografía del SNCA, “únicamente 51 personas han ido rotando [en el puesto de seleccionadores] y seleccionado a los 181 ganadores durante ese periodo de 26 años”[13]. Además, el mismo autor encuentra que en el área teatral, en lugar de intentar ampliar el fomento al mayor número de artistas de calidad, 31% de los becados ha recibido el apoyo del SNCA durante 9 años o más, y más del 50% lo ha recibido más de una vez[14].


¿Son un elemento positivo las redes de artistas que se apoyan, señal de que existe tejido cultural en México? ¿Es natural que una comunidad de creadores se ayude entre sí, creando vínculos que permiten que el arte fecunde? ¿Se trata de ejemplos de amiguismo? ¿Acaso no hay grandes artistas en las zonas que el Fonca no ha tocado? ¿Excelencia, pluralidad o ambas? ¿No han sido los artistas históricamente víctimas de burocracias e intereses kafkianos? ¿O los artistas, por lo general gente acomodada, es un círculo aristocrático, como muchos otros, que detenta el poder dentro de su pequeño coto?


La historia mexicana está llena de paradojas y contradicciones. Carlos Salinas de Gortari sí contribuyó a mermar la fuerza del Estado para ceder algunas de sus funciones al capital privado y, otras, como en el caso del Fonca, a ciertos sectores de la sociedad civil. Esto, en teoría, favorecía la libertad y la vida democrática (aunque el neoliberalismo ha causado grandes estragos en muchos ámbitos). Ahora, un presidente surgidos de los sectores progresistas quiere hacer que el Estado sea el encargado de administrar los recursos del Fonca para terminar con los "compadrazgos" del pequeño grupo de la sociedad civil que detenta el poder cultural. ¿Estatizar para descentralizar? ¿O simple centralización? Resulta fundamental entender todos los matices y contradicciones de nuestra sociedad desgarrada para poder cimentar un futuro urgente.


  1. El FONCA del mañana

En nuestra opinión, el Fonca ha vehiculado el arte en México y, simultáneamente, lo ha obstaculizado. La excelencia es un criterio necesario para evaluar el arte, pero huidizo e insuficiente a la hora de distribuir recursos y estímulos. El Fonca ha apoyado a grandes creadores, pero también tiene una visión limitada de lo que es la alta cultura, de lo que es la cultura; no ha tomado en cuenta la diversidad regional, socioeconómica y de visiones estéticas de México. El Fonca es democrático, sí: no se siguen los dictados de Hitler. Más se trata de una democracia ateniense: son todos los que están pero no están todos los que son. Si el gobierno hubiera tomado cartas en el asunto y los artistas del Fonca hubieran promovido la autocrítica, tan necesaria en toda democracia, probablemente no se hubieran generado las redes endogámicas que le dan becas a personas con un perfil muy similar.


Para empezar a arreglar lo anterior, habría que establecer un sistema que tomara en cuenta las condiciones estructurales de desigualdad dentro del gremio artistico del país, o, como dice Falconi para el caso del teatro, el hecho de que en México unos cuantos “tienen acceso a becas, salas de ensayo, [...] contactos con funcionarios, patrocinios, comisiones de obra por organismos públicos, viven en una ciudad que cuenta con personal capacitado e instituciones ‘nacionales’ en su territorio, [...] y sobre todo pueden dedicarse de tiempo completo a la creación,” mientras que muchos otros “viven en localidades que carecen de espacios teatrales, de lugares para ensayar, de universidades para estudiar teatro, [...] de recursos para poder conformar una asociación civil, o más aún trabajan en otras cosas diferentes al teatro y hacen teatro en sus tiempos libres.”[15] Lo anterior también implicaría transitar desde una visión de la asignación de recursos como “condecoraciones” para los artistas “exitosos” hacia una de apoyos para aquellos artistas cuyos proyectos tienen potencial, pero que realmente necesitan los recursos económicos para materializarlos y hacerlos florecer.


Es importante que la propuesta de procurar la incorporación de artistas de otras geografías y sectores demográficos mexicanos no se entienda como un mero acto de compasión hacia los más desfavorecidos, no sólo porque la condescendencia es otra forma de elitismo, sino porque ello significaría ir en contra de los criterios de excelencia y de calidad artística. Más bien, habría que concebir la medida como una forma de integrar una amplia gama de tradiciones artísticas que hasta la fecha habían sido excluidas o mal representadas dentro de los procesos de asignación de recursos públicos. En ese sentido, sería importante que el nuevo sistema incorporara un mecanismo democrático, posiblemente de cuotas de diversidad demográfica y regional dentro de los comités seleccionadores, en aras de garantizar la presencia de miradas evaluadoras auténticamente plurales, reflejos, en la medida de lo posible, de la pluralidad de tradiciones artísticas que existen a lo largo y ancho de los territorios de México. Entre los miembros de estos jurados plurales podrían desatarse interesantes y fructíferas discusiones en torno a lo que se refieren con los conceptos de lo “artístico”, de “calidad”, o de “viabilidad” de los proyectos; conceptos sobre cuyo significado los jurados del Fonca nunca han profundizado dentro de sus dictámenes[16], probablemente porque comparten una noción más o menos hegemónica de estos mismos conceptos. Pero tampoco sería positivo, consideramos, reducir el Fonca a un proyecto de apoyos fundado en cuotas de toda índole: racial, socioeconómica, de género. Resulta esencial que la excelencia y la calidad artística permanezcan como principios rectores de la asignación de apoyos, si bien adoptados ahora como conceptos cuyo contenido es sometido a la deliberación y la disputa artística plural. Otra estrategia posible sería la de hacer, no uno, sino varios comités de artistas destinados a distintos segmentos del gremio artístico nacional, cada uno manejando fondos independientes (por ejemplo: un fondo para el fomento artístico del Noreste, otro para el Bajío, otro para las comunidades indígenas del Golfo, etc.). Nuestra opinión se puede reducir en la siguiente frase: criterios y apoyos plurales para obras singulares.


Tal vez pequemos de ingenuidad al plantear todas estas posibilidades frente a la reestructuración de los apoyos artísticos del Fonca. Esperemos que efectivamente predomine una visión más amplia del fomento artístico en las proyecciones de nuestros gobernantes. Pero en estos tiempos de desilusión ante la Cuarta Transformación, nos parece fundamental que toda crítica desde la izquierda hacia sus políticas vaya acompañada no sólo de matices, sino también de posibles alternativas. Si aquellos que nos consideramos de izquierda y formamos parte de la sociedad civil no nos atrevemos a soñar e imaginar nuevos sistemas posibles, nadie lo hará.


Sin embargo, en nuestro soñar seguiremos siendo realistas: imaginación y crítica. Estamos conscientes de que la tradición mexicana de políticas culturales ha sido caracterizada por un manejo coyuntural, es decir, que rara vez en la historia de México el gobierno ha formulado una política cultural con una visión holística y de largo aliento, sino que las mayoría de las veces se han introducido o deshecho programas e instituciones únicamente para responder ante situaciones o exigencias de contexto específicos[17]. Bajo el contexto actual, cabe preguntarse: ¿Lo que se viene será una reestructuración profunda de la política cultural mexicana, la cual ha arrastrado con tantos defectos y desigualdades históricas? ¿O al final el discurso de cambio será una vez más una mera distracción para solapar, no ya la reforma, sino el abandono de las obligaciones culturales del Estado, bajo un proyecto de austeridad que cada día parece más cercano al modelo neoliberal que a la austeridad republicana? Nuestro realismo nos obliga a inclinarnos por lo último. López Obrador ha dado señales muy negativas: ha golpeado repetidamente a artistas, académicos y científicos. Haber cerrado fideicomisos justo ahora, en tiempos tan aciagos para la población, es, cuando menos, cuestionable. Pero nuestras esperanzas como jóvenes de izquierda nos impulsan a soñar y a discutir… a luchar por un proyecto cultural diseñado para la nación entera. En todo caso, nosotros, la clase media mexicana, con nuestras pretensiones, nuestro egoísmo y nuestro elitismo, también tenemos que ser autocríticos. De lo contrario, no podemos esperar que la realidad del arte y la cultura en este país cambie en un sentido positivo.

[1] Roberto Garduño y Alma E. Muñoz 4 de abril de 2020. “AMLO: para programas y deuda, 250 mil mdp de fideicomisos”. La Jornada. Consultado en https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/04/04/amlo-para-programas-y-deuda-250-mil-mdp-de-fideicomisos-9426.html. [2] https://www.gob.mx/cultura/prensa/secretaria-de-cultura-informa-sobre-resultado-de-gestiones-acerca-del-decreto-que-extingue-los-fideicomisos [3] Venus Rey JR 19 de abril de 2020. “Desaparece el Fonca”. El economista. Consultado en https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Desaparece-el-Fonca-20200419-0023.htm. [4] El comunicado de las autoridades puede leerse en: https://www.gob.mx/cultura/prensa/secretaria-de-cultura-informa-sobre-resultado-de-gestiones-acerca-del-decreto-que-extingue-los-fideicomisos [5] Christopher Domínguez Michael 18 de abril de 2020. “Poca y mala fe: el Fonca”. Letras Libres. Consultado en https://www.letraslibres.com/mexico/cultura/poca-y-mala-fe-el-fonca. También puede verse: Varios autores 18 de abril de 2020. “Adiós al Fonca tal y como lo conocemos”. Letras Libres. Consultado en https://www.letraslibres.com/mexico/cultura/adios-al-fonca-tal-y-como-lo-conocemos. [6] Quien esté interesado puede consultar las palabras que dijo Octavio Paz cuando se instauró el Fonca, significativas por donde quiera que se las mire: Octavio Paz 2014. “El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes” en Obras completas, V. El peregrino en su patria. Historia y política de México. Ocasiones, México, FCE, p. 607-610. [7] https://fonca.cultura.gob.mx/que-es-el-fonca/ [Consultado el 23 de abril de 2020]. [8] Puede encontrarse un buen resumen de la historia y del debate en torno al Fonca en el siguiente artículo: Antonio Ortuño, 9 de mayo de 2013. “Fonca, mecenas rico de pueblo pobre”. Letras Libres. Consultado en https://www.letraslibres.com/mexico/fonca-mecenas-rico-pueblo-pobre. Uno de los rasgos que atinadamente destaca el autor es que el Fonca no ha sido parte, a diferencia de lo que se dice, de un programa integral para promover la cultura, para asegurar, por ejemplo, que los libros de calidad que se escriben van a tener lectores mexicanos. [9] Jorge Pérez Falconi s.f. El Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), área dramaturgia, entre el desarrollo cultural y la democracia de élite, p.5. Consultado en https://royalholloway.academia.edu/JorgeFalconi. [10] Para un análisis más profundo de estos datos, consúltense las gráficas demográficas y datos del artículo académico “El Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), área dramaturgia, entre el desarrollo cultural y la democracia de élite” de Jorge Pérez Falconi citado previamente, y los diagramas de redes en las páginas 253-268 del libro Poder y creación artística en México. Un análisis del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) de Tomás Ejea Mendoza, donde se ilustra las redes de selección que han prevalecido en la asignación de becas y estímulos. [11] Pérez Falconi, 52. [12] Ibid, 53. [13] Ibid, 10. [14] Ibid, 8. [15] Ibid, 18-19. [16] Ibid, 22. [17] Ejea Mendoza, T. (2011). Capitulo 2 Legitimación y modernización: El CONACULTA y la política cultural. En Poder y creación artística en México. Un análisis del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA). Ciudad de México, CDMX: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco.


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