Por Nina Antay
No es extraño que ante alguna habilidad extraordinaria artística, física o intelectual las personas atribuyan tales cualidades al afamado talento. Una parte del imaginario colectivo de la capacidad que se tiene para triunfar en la escuela y en el trabajo se le atribuye a esta ventura. Una especie de suerte aleatoria que les toca a algunas personas para desarrollar tal o cual actividad mejor que otras, de manera casi mágica o espontánea.
Frente a este mito se erige otro: el del mérito. Cuando no se dice que se nace con tal o cual habilidad se dice que se esforzó muchísimo para conseguirlo. A veces ambos mitos se acompañan y complementan en un tango de falacias que encubren lo que está detrás: la desigualdad.
Procesos enteros de selección se respaldan tras el mito del talento, como lo es el para quiénes está permitida la educación artística. Para las instituciones de educación superior de otras profesiones como medicina funciona mejor el mito del mérito. Parece que trayectos agotadores en transporte público, desveladas, desmañadas y renuncias al ocio es lo que construye un futuro prometedor.
En el artículo de hoy quisiera desarrollar algunos argumentos valiéndome de teoría educativa para desmantelar el mito del talento, o bien, re-pensar su definición. Estos argumentos tocarán de manera indirecta el mito de complemento. el de la meritocracia.
Todas las personas, aún cuando tengamos, lo que comúnmente se denomina como, “discapacidad”[1], tenemos el potencial de desarrollar muchas habilidades. Tenemos el potencial de aprender, de desarrollar lenguaje y otras habilidades maravillosas.
Existen ejemplos reales en donde niños con severas limitaciones físicas e intelectuales logran con apoyos educativos adecuados y adaptados a sus necesidades desarrollar habilidades que en primera instancia parecerían impensables. Tal es el caso de Helen Keller, que siendo sordo-ciega logró, con el apoyo de la educadora Anne Sullivan, ser la primera mujer con esta condición en concluir una licenciatura. En ella está basada la conocida película Un milagro para Helen. Habría que preguntarnos si el milagro es que Helen lograra desarrollar tantas habilidades, o que sus padres tuviesen el dinero y el conocimiento necesario para contactar al Instituto Perkins para Ciegos, sin el cual no habrían tenido acercamiento a la asistencia de Anne Sullivan. O quizá el milagro fue que esta institución existiera a principios de 1900, ya que cuatro siglos antes las personas con discapacidad eran tratadas como enfermos mentales y se les recluía en condiciones infrahumanas en hospitales psiquiátricos[2]. No fue ni el talento ni el mérito lo que llevaron a Helen a la superación personal que se le podría atribuir erróneamente.
Alrededor de 1945 Jean Piaget, un psicólogo, epistemólogo y biólogo da a conocer su teoría sobre el desarrollo de las habilidades en las personas. Este autor es una lectura obligada para educadores y psicólogos educativos. Su teoría sobre la epistemología genética y sus aportaciones para entender las etapas de desarrollo humano siguen siendo sumamente relevantes.
Piaget sería uno de los principales detractores del mito del talento. Nos explica en sus libros de manera amplia que a ciertas edades los niños adquieren la capacidad biológica para realizar cierto tipo de actividades físicas y cognitivas. Por ejemplo: un recién nacido no podría caminar porque su cuerpo no estaría preparado para ello, un niño menor de 6 años no puede tener el pensamiento abstracto de un niño de 12 porque su cerebro es biológicamente incapaz. Se suma a esto la oportunidad que tenga para explorar sus capacidades y ensayarlas para potenciarlas, por ejemplo, un bebé al que le “amarran” las manos con guantes tendrá más dificultades para desarrollar motricidad (o facilidad para manipular objetos) que uno al que le permitieron tener las manos libres o al que lo dejaron jugar con masita. No sería extraño que ese bebé tuviera más facilidad para tocar el piano, para tejer, para realizar una cirugía o cualquier cosa que requiera precisión motriz, contrario al niño al que por su cultura o condiciones específicas no se lo permitieron.
El complemento a los trabajos de Piaget es la teoría de Vigotsky sobre la zona de desarrollo próximo en la que demostró que el paso de los niños de una etapa de desarrollo a otra dependía de las condiciones de su contexto, lo cual contradeciría al mito del mérito. Las “herramientas” (por llamarlas de modo simple) que tenga cerca para aprender. Una niña o niño al que sus padres le corrigieron las tareas, se sentaron a leer con él y enriquecieron su vocabulario con muchas palabras poco usuales tendrá menos dificultad para las tareas de estudio que uno cuyos padres no pueden ayudarle en la tarea (por trabajo o por otros motivos), que debe estudiar en un pequeño espacio lleno de distractores como ruido, gritos, música a alto volumen y sin ayuda. De este modo no se hace extraño que los hijos de académicos, músicos, médicos, científicos y otras profesiones, habituados al lenguaje de especialistas, conocedores del funcionamiento de la escuela e incluso de la profesión destaquen entre sus pares teniendo una ventaja notable que algunos podrían interpretar talentosa. La suerte en todo caso no radica en poder hacer las cosas si no en haber tenido la oportunidad de hacerlas y en estos casos, a muy temprana edad. Es por ello que los educadores cada vez hablan más de desigualdad de oportunidades[3].
Si nos detenemos en los casos en que gente con impedimentos “sale adelante” es porque existen facilidades que tienen por encima de otras personas en con una condición física, económica o intelectual similar: apoyos públicos, clases privadas, atención especial, padres que les prestan mucha atención, mejor alimentación, mejor atención médica.
Recuerdo que una profesora de la licenciatura hablaba de una alumna con padres jornaleros, un caso donde los familiares “cerraron filas” para que ella fuera a la escuela. La decisión la familia, la fe en la escuela como movilidad, la posibilidad de hacerlo y las redes de apoyo son privilegios, aun cuando esta chica tuviera que abstenerse de hacer muchas cosas durante la carrera, tenía privilegios sobre los otros hijos de jornaleros. Sería un error pensar que si, los otros niños se esforzaran mucho podrían lograr lo que ella. No sin las redes de apoyo que ella tuvo. Los privilegios no necesariamente son tener dinero, si no el acceso que ese dinero permite tener. A veces los privilegios los dan las redes o el apoyo familiar. A veces esas oportunidades también vienen de programas públicos, ya que en la política pública se han hecho importantes conquistas en muchas áreas tras reflexionar sobre el tema. Por ejemplo el otorgamiento de becas, los programas alimenticios, las mejoras en infraestructura, etc. Aún así falta mucho camino por recorrer para equilibrar las desigualdades, que en el fondo son estructurales.
Hablar del talento como una facilidad puede no ser una idea del todo incorrecta, porque efectivamente existen estas facilidades, pero atribuirlo al azar, la suerte o la buena fortuna es despolitizar el tema del acceso a servicios de salud, educación, salud mental, vivienda, etc.
Admitir esta realidad es darnos cuenta de que aun con todo el esfuerzo del mundo, alcanzar ciertas posiciones sigue siendo una tarea más sencilla para los privilegiados.
El mito del talento impide que las personas exijan programas sociales que les brinden oportunidades reales para desarrollarse. Se trata de una creencia que individualiza el problema y hace creer al sujeto que es poco afortunado, e incluso, que no merece ciertas oportunidades. He ahí la urgencia de pensarlo y desmentirlo.
[1] Véase Un antropólogo en Marte de Oliver Sacks donde el autor narra experiencias de gente con limitaciones físicas e intelectuales que han descubierto las potencialidades que tienen más allá de lo que socialmente se cree que podrían hacer.
[2] Véase Breve Historia de las personas con discapacidad en http://www.rebelion.org/docs/192745.pdf
[3] Véanse artículos como FACTORES QUE GENERAN LA DESIGUALDAD EDUCATIVA EN MÉXICO https://revista.universidadabierta.edu.mx/2019/06/11/factores-que-generan-la-desigualdad-educativa-en-mexico/ y Equidad en educación. Un sistema de indicadores de desigualdad educativa https://rieoei.org/historico/documentos/rie23a04.htm
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