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La Caravana invisible

Por Cecilia Mendoza Ventura


Foto tomada de altonivel.com.mx


A finales del 2018, ingresó a México la Caravana Migrante, un grupo conformado por unos siete mil centroamericanos que buscaban llegar a Estados Unidos para trabajar y huir de las condiciones de violencia de sus países. La Caravana no fue una idea gratuita, por el contrario, era totalmente necesaria: sin tener cifras precisas, es sabido que a su paso por México, muchos inmigrantes mueren o desaparecen en manos del crimen organizado y de las redes de trata. La intención de la Caravana era crear una red de protección para cuidarse entre sí de los abusos de la delincuencia y de las autoridades mexicanas, quienes los extorsionan, roban e incluso secuestran.(1)

La entrada de la Caravana a México estuvo tan mediatizada que la opinión pública, los políticos y los expertos, no tardaron en sumergirse en un encendido debate sobre las medidas públicas que se debían tomar al respecto. En realidad, lo que resulta llamativo no es la aparición del debate, sino que éste haya tardado tanto en darse: desde 2012, seis años antes de la entrada de la Caravana migrante, se contaba ya con una estadística que anunciaba el tránsito de al menos 150 mil migrantes centroamericanos indocumentados a tierras mexicanas.(2)

La cifra anterior puede demostrar que la entrada masiva de inmigrantes a México no es de ninguna manera una novedad, y si ahondamos en las condiciones de su tránsito en los últimos años, podemos afirmar que la actitud del estado mexicano nunca había estado (hasta el caso de la Caravana) en la disposición de poner a debate su situación: tan sólo en 2013, 78 mil migrantes centroamericanos fueron deportados por las autoridades migratorias. Entonces, ¿por qué estamos hablando de este fenómeno hasta ahora? De entrada, hay una respuesta simple (aunque insuficiente) que podría ayudar a explicar por qué la Caravana Migrante de finales del 2018 fue el centro de atención de los medios de comunicación masivos: las elecciones intermedias en Estados Unidos.

Por lejano que pueda parecer un problema del otro, se vuelve sencillo relacionar ambos casos a través de Donald Trump. Para los mexicanos, Donald Trump es una referencia política básica gracias a sus famosas propuestas de campaña racistas y anti migratorias que tocan directamente nuestros sentimientos más patrióticos, pero los mexicanos solemos olvidar que el fenómeno de la migración hacia Estados Unidos es una realidad que muchos países del mundo comparten con nosotros, y eso incluye a los países de los que provienen los integrantes de la Caravana.

Pues bien: Trump y el bando republicano no podía perder la oportunidad de demostrar que el pilar de su campaña, es decir, la expulsión de inmigrantes indocumentados y la inflexibilidad fronteriza, se está cumpliendo. Justo en época de elecciones la Caravana Migrante apareció como la oportunidad ideal para demostrarlo, y tal como lo prometió el presidente estadounidense, al llegar a la frontera, buena parte de la Caravana fue deportada y recibida con brutalidad.


 

Si bien las elecciones estadounidenses responden de alguna manera al por qué de la mediatización de la Caravana, no termina de quedar claro por qué el resto del tiempo los inmigrantes han sido ignorados por los medios de comunicación y los políticos mexicanos. Permítanme retomar el tema de Trump para buscar una respuesta a esto: hay una razón concreta por la que Trump encasilla a los inmigrantes mexicanos y a los centroamericanos como un mismo enemigo, y esa razón es que ambos son una consecuencia incómoda de las políticas de su propio país. Del sur para abajo, compartimos realidades. Quizá esa sea la principal causa por la que el tema de los inmigrantes en México ha permanecido invisibilizado, y es que, hablar sobre su situación, implica hablar necesariamente sobre la pobreza extrema, el desplazamiento por la violencia, el neoliberalismo y sus condiciones de desigualdad y sobre el colonialismo estadounidense, realidades que los gobiernos de México, Honduras, Guatemala, El Salvador y otros han desatendido por completo, a la par que establecen pactos con el gobierno norteamericano sumamente desfavorables para los más pobres

Para ejemplificar lo anterior, basta con remitirse brevemente a la presencia histórica de Estados Unidos en América, que desde la intervención en El Salvador en la década de los 80’s hasta su reciente “mediación” en los temas de seguridad del continente americano, ha dejado severas condiciones de inestabilidad política en Centroamérica y América Latina en general. Un caso reciente es el de la militarización estadounidense que ha vivido Honduras en los últimos años (3) (sumado al golpe de Estado militar apoyado también por el país norteamericano contra Zelaya en 2007 que sumió al país en violentos conflictos), pero también podemos señalar la intervención diplomática de Estados Unidos y organismos neoliberales como el FMI y el Banco Mundial que obligan a los países menos empoderados a supeditarse a sus leyes políticas y económicas, cuyas consecuencias han sido la precarización de los servicios públicos y de los derechos laborales y el ingreso (muchas veces acompañado de abusos) de empresas extranjeras, agudizando así el problema de la pobreza. A esto, claro está, se añaden los problemas particulares de cada región.

Del mismo modo, tratar el tema de los inmigrantes centroamericanos implicaría hablar de los abusos del estado mexicano y de las múltiples violaciones a los derechos humanos que ha ejercido contra ellos. ¿Qué intereses se esconden detrás de ahuyentar a un grupo de migrantes cuyo único interés en México es el paso temporal y no la estancia? ¿Cuáles son las razones de que las deportaciones de centroamericanos por parte de Estados Unidos hayan disminuido, mientras que las de México se han disparado?(4) ¿Detrás de las autoridades mexicanas sólo se esconde una actitud racista o hay intereses compartidos con los representantes de nuestro vecino del norte?

A pesar de que muchos especialistas en el tema y algunas organizaciones civiles han buscado exponer esta situación política críticamente, la gran mayoría de los medios de comunicación y de los funcionarios públicos han preferido ocultarlo, y por el contrario, han adoptado el discurso estadounidense al grado de emular sus prácticas: a la entrada de la Caravana Migrante a México, decenas de policías recibieron a los inmigrantes (incluidos niños) con golpes y gas lacrimógeno. La sociedad civil mexicana, simultáneamente, adoptaba el discurso xenófobo sin lograr reconocer en los centroamericanos su propia realidad nacional.

Evidenciar las condiciones de los inmigrantes centroamericanos no sólo es necesario por la atención que merece como crisis humanitaria, sino que además, reflexionar en torno a éstas podría ayudarnos a repensar la delicada realidad mexicana como producto de un sistema económico y político mundial que favorece la intervención y el colonialismo y que enriquece siempre a los países más fuertes, a la par que acrecienta la fortuna de las personas más ricas. Repensar nuestro contexto podría favorecer el trabajo conjunto con las naciones que comparten nuestras mismas problemáticas.

Es cierto que a finales del 2018, gracias a los medios de comunicación, el gobierno ofreció albergues y comida a los inmigrantes, y ciertamente, el nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, declaró que se atenderían sus necesidades en calidad de refugiados, sin embargo, hasta el momento no ha habido ninguna iniciativa seria para analizar a profundidad el tema del éxodo ni para resolverlo (y esto incluye tanto el caso de los inmigrantes mexicanos como el de los centroamericanos). Del mismo modo, los medios de comunicación que en algún momento estuvieron siguiendo cada paso de la Caravana, han olvidado casi por completo el tema de la migración.

En enero de este año, otra Caravana Migrante integrada por 600 personas entró a México. (5) Su paso por nuestro país, silencioso y casi imperceptible, es un recordatorio de que la pobreza y otras consecuencias del neoliberalismo no pueden aplazarse más. De África a Europa, de Medio Oriente a Occidente, de sur a Norteamérica, una gran caravana invisible recorre el mundo, y el origen de su miseria se encuentra en su destino.



Referencias

1.-El Economista (2018) Señalan a autoridades en ilícitos contra migrantes. El Economista. Recuperado de https://www.eleconomista.com.mx/politica/Senalan-a-autoridades-en-ilicitos-contra-migrantes-20180821-0133.html

2.-Javier González Rosas. (2014) Migrantes centroamericanos en México. Un estudio de opinión sobre el respeto de sus derechos humanos. Recuperado de CONAPO. http://omi.gob.mx/work/models/OMI/Resource/1303/1/images/Newsletter_Javier_Gonzalez1.pdf

3.-En 2017 la activista indígena Berta Cáceres denunció los planes de Estados Unidos de crear la mayor base militar de América Latina en Honduras. La líder ambientalista fue asesinada en 2016 por un agente de la inteligencia militar hondureña, respaldada por Estados Unidos. https://www.theguardian.com/world/2018/mar/02/berta-caceres-death-murder-ex-honduran-military-intelligence-officer-arrested

4.- El Economista (2017) Suben las deportaciones de centroamericanos desde México. El Economista. Recuperado de https://www.eleconomista.com.mx/politica/Suben-las-deportaciones-de-centroamericanos-desde-Mexico-20170204-0009.html

5.-Animal Político (2019) Llega caravana de 600 migrantes a México: autoridades les colocan brazaletes para facilitar trámites. Animal Político. Recuperado de https://www.animalpolitico.com/2019/01/caravana-migrantes-mexico-brazaletes/

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