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La conservación en jaque: claroscuros del #SalvemosCONANP

Por Camila Monroy y Mónica Rangel



Reserva de la biosfera de la mariposa monarca, Michoacán, México. Fuente: travelium.com.mx



En vísperas del veinte aniversario de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) las políticas de austeridad se hacen presentes y se anuncia un recorte general para las instituciones encargadas de la protección del medio ambiente. La mencionada CONANP junto con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) son los órganos más afectados: se enfrentan con recortes de hasta el 75% de su presupuesto. Esto significa que la Conanp cuenta con nueve pesos por hectárea en conservación, cuando lo recomendable sería que dispusiera al menos de 75 pesos; así, está comprometida la conservación de las áreas en cuestión.


Lo anterior ha desatado una serie de manifestaciones, acuerdos y desacuerdos entre organizaciones ambientalistas, estudiantes, funcionarios y ex funcionarios, en los que se ha enunciado la gravedad de la medida ejecutiva, así como la necesidad de revertirla.


Por otro lado, en los últimos días, Roberto Aviña Carlín, titular de la CONANP, informó que se está negociando el presupuesto con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y con el presidente Andrés Manuel López Obrador, y presume que se tendrá gasto básico suficiente para mantener las operaciones e incluso se puede llegar a un aumento, pero nada es oficial todavía.

Sin embargo, la situación tiene claroscuros de ambas partes, cuyos debates se analizarán en el presente artículo.


1. Comenzando desde el principio

Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) son espacios físicos naturales que no han sido alterados (significativamente, por lo menos) por actividades antropogénicas, en las que se incluyen los Parques Nacionales, Reservas de la Biósfera, Monumentos Naturales, entre otros. Tienen como finalidad "la protección y conservación de recursos naturales de importancia especial" (Sedema 2020) o de ecosistemas representativos de una región en específico. En la actualidad existen 182 ANP distribuidas a lo largo de todo el país, que suman en total un aproximado de 90 839 521 hectáreas monitoreadas y protegidas por la CONANP. Tal es la estrategia más consolidada de conservación en el país (Durand, 2014).


La CONANP es el organismo que se ha encargado de “conservar el patrimonio natural de México a través de las Áreas Naturales Protegidas y de los Programas de Desarrollo Regional Sustentable en Regiones Prioritarias para la Conservación” (Semarnat), llevando a cabo distintos programas que impulsan el uso “sustentable” de los recursos naturales, el cuidado y monitoreo directo de las ANPsy la educación ambiental de los ciudadanos, trabajando en conjunto con los tres órdenes de gobierno y las comunidades que viven dentro o en los límites de las ANP.


La situación es incierta y distintas organizaciones han denunciado las implicaciones negativas que el ajuste presupuestal podría conllevar. Sin embargo, nos parece que es pertinente abordar la conservación desde una perspectiva crítica, poco frecuente en los discursos ambientalistas: ¿cómo se ha realizado la conservación dentro de nuestro país?, ¿cómo atraviesa el sistema económico neoliberal en esta gestión?, ¿cuáles son las otras caras de la conservación que el discurso de lo prístino o lo no modificado (relacionadas con el actual modelo) no nos deja ver?... De ese modo podemos comprender qué significa este recorte.


2. ¿Por qué el dinero es importante para la CONANP?

La CONANP gestiona 22.3% de la superficie marina y 14% de la terrestre del país. En algunas de estas áreas ha impulsado diferentes proyectos para la restauración de ecosistemas —manejo, reintroducción y monitoreo de especies—, así como programas de educación ambiental. Además, provee fuentes de trabajo y apoyos económicos para impulsar la producción local y artesanal de las comunidades mediante redes de comercio justo, involucrando a diversos actores cuyo objetivo común es la conservación de la biodiversidad, así como de los servicios que estas áreas otorgan.


Pero, ¿por qué deben ser monitoreadas?


Al ser áreas extensas y estratégicas, la tala ilegal, la caza furtiva, el tráfico de especies, el narcotráfico, los incendios, los concesiones mineras y las iniciativas privadas están a la orden del día. Por mencionar un ejemplo, Armendáriz-Villegas y Ortega-Rubio (2015: 11-13) señalan “que de las más de 27 mil concesiones mineras, 1 609 de ellas coinciden con un tercio de las anp (63), sobreponiéndose a casi un millón y medio de hectáreas” (sic). Según datos recientes mencionados por Víctor Toledo, estas concesiones han subido a 1 900 en 68% de las áreas. Estas iniciativas a gran escala pueden comprometer la supervivencia de las distintas especies de la zona, vulnerando así la biodiversidad general y endémica, es decir, aquella que se encuentra únicamente en nuestro país. De no tener suficiente presupuesto, se verían comprometidos los empleos y el abastecimiento de insumos básicos para mantener el trabajo necesario dentro de las estaciones de cada área.


3. La neoliberalización de la conservación: las Áreas Naturales Protegidas no son la panacea

Aunque es muy relevante impulsar la conservación en el país y el monitoreo de zonas de importancia biológica y ecológica, debemos tener en cuenta cuál es el sustento del modelo de conservación al que responde la instauración de ANP, que consideramos que es el pensamiento biologicista y el neoliberalismo.


El pensamiento biologicista responde a un razonamiento centrado en los sistemas naturales y deja de lado las distintas interacciones socioambientales. Además, refuerza la dicotomía existente entre el ser humano y la naturaleza. Este divorcio hace pensar que la naturaleza está alejada de las sociedades y rechaza las interacciones que existen y se construyen entre el humano y el ambiente.


Pero, ¿cómo el neoliberalismo atraviesa la conservación? El neoliberalismo se materializa de forma muy distinta en diferentes espacios y contextos; no es sólo una fuerza que destruye sino que también construye nuevos discursos y nuevos mundos culturales, políticos y económicos. Por ello, es importante hacer algunas reflexiones discursivas.


Entre los ambientalistas se manejan mucho términos como “recursos naturales”, “servicios ecosistémicos”, “capital natural” y “desarrollo sostenible”; empero, ¿de dónde vienen y cómo se relacionan con el neoliberalismo? La ecóloga política Leticia Durand plantea que:


Entre 1960 y 1970 economistas y biólogos resaltaron la importancia de vincular el sistema económico y el ecológico, proponiendo observar a la naturaleza no sólo como proveedora de bienes o materias primas sino, además, de una serie de funciones útiles para la sobrevivencia humana, denominadas servicios ambientales o servicios ecosistémicos

No obstante, hacia 1990, con la expansión del modelo neoliberal, los economistas desarrollaron y refinaron métodos para diferenciar los servicios ecosistémicos, calcular su valor monetario e integrarlos al mercado, transformando a la naturaleza, sus bienes y servicios en capital natural.

El término capital natural se refiere al stock de componentes y procesos naturales que genera una serie de flujos de bienes (recursos naturales) y servicios (servicios ambientales) que, de forma autónoma o en combinación con otros tipos de capital, son útiles para incrementar el bienestar humano.

Entonces no es casualidad que la expansión de las ANP se haya producido justamente con el arribo de la política neoliberal y que sea el modelo de conservación más consolidado en el país. (Durand, 2014)


La elaboración de programas de manejo en muchas ANP se ha realizado a través de una metodología llamada Análisis de Amenazas, que cataloga a los pobladores locales y a sus actividades productivas como amenazas que se deben controlar, modificar o desactivar. El despojo y la expulsión de pueblos originarios de las tierras que han ocupado desde tiempos ancestrales en nombre de la conservación de la biodiversidad es una realidad y es ahí cuando se vuelve necesario cuestionarse estas políticas de gestión ambiental.


Las dinámicas a las que someten a las comunidades comprometen su participación, organización y desarrollo comunitario, y niegan la existencia de otras formas de conservación. Hay pueblos que preservan las áreas apoyados en su conocimiento cultural y, en algunos casos, en la visión cosmogónica que tienen de la naturaleza, lo que les permite continuar con su estilo de vida. Aunque es importante no olvidar que también hay comunidades que afectan negativamente a su ambiente.


Por otro lado, las ANP son una oportunidad para la iniciativa privada: los proyectos ecoturísticos y el impulso del desarrollo local son el nuevo estandarte de la conservación. Dicho de otro modo, es un ambientalismo de libre mercado que responde a intereses muy específicos para seguir invisibilizando a las comunidades que llevan años protegiendo sus bosques y sus formas de hacer gestión ambiental.


Al momento en el que la conservación se vuelve una posibilidad de inversión privada, ya sea en el campo del ecoturismo, de los incentivos directos para la conservación o de la privatización de las Áreas, se promueve la idea de que la naturaleza sólo puede conservarse si se le asigna un valor económico. Entonces, se hace necesario vender a la naturaleza para salvarla y poder negociar con ella.


Todo esto nos lleva a pensar que el valor económico y la mercantilización de las ANP hacen que dependencias del gobierno como la CONANP lleven a cabo acciones en nombre de la conservación y de la crisis ambiental actual cuando en realidad están respondiendo a las dinámicas neoliberales del Estado. Lo anterior ha derivado en el rechazo creciente de las acciones de conservación, en la limitación de la capacidad organizativa de las comunidades, en poco acceso a recursos naturales, en movimientos migratorios, en pérdida del territorio, en un nuevo uso del suelo y en un incremento de la pobreza, además de la pérdida de conocimientos ancestrales y deterioro del tejido social.


Entonces: ¿para quién y para qué son todos estos recursos naturales protegidos?


Aunque es verdad que la conservación en nuestro país ha llevado a cabo una tranisición de modelos estrictos a modelos que pretenden ser democráticos e incluyentes, su éxito sigue radicando en su vínculo potencial con el mercado y en su incapacidad para cuestionar las causas reales de la degradación ambiental (Durand, 2014), así como en la exlusión de las comunidades.

Tomando como base lo señalado previamente, al analizar la raíz de la degradación ambiental, nos damos cuenta de que ésta tiene mucho que ver con cómo el capitalismo como sistema degrada la base de recursos necesaria para su reproducción, es decir: para que el sistema pueda seguirse sosteniendo requiere extraer los recursos naturales más rápido de lo que éstos tardan en renovarse y, en consecuencia, trae consigo la contaminación de suelos y cuerpos de agua, la explotación de los recursos naturales, el cambio del uso del suelo, entre otros problemas que se manejan como las causas de la degradación ambiental.


Centro Mexicano de la Tortuga Marina, Oaxaca, México. Fuente: centromexicanodelatortuga.org


4. En cuanto al financiamiento

Tomando en cuenta la neoliberalización de la conservación, hace sentido que el financiamiento que recibe la CONANP sea de carácter público-privado. Los fondos se han trasladado al Fondo de Áreas Naturales Protegidas que está a cargo del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN). Los intereses generados por la inversión de este capital son utilizados para financiar la operación básica de las Áreas Protegidas. Los fondos aumentan con donaciones que realizan empresas como Televisión Azteca, Cinépolis y Coca Cola. Este es un ejemplo de la integración del capital financiero y la conservación en México. Sin embargo, es cierto que desde el 2015 hasta ahora, la Conanp ha atravesado por una serie de recortes que están afectando seriamente su trabajo.


5. ¿Qué ha dicho la CONANP?

Frente a la ola de manifestaciones vía redes sociales, la CONANP desplegó un comunicado que para gran parte del gremio deja mucho que desear. El director de la Comisión menciona que se están llevando a cabo los diálogos pertinentes con Hacienda para reajustar el presupuesto y “disminuir los efectos negativos”; no obstante, afirma que “no está en riesgo el trabajo lo de la Conanp”. Aunque las cuentas no cuadran, menciona que no se perderán trabajos, a pesar de que ya se está denunciando el despido de al menos 200 guardaparques ¡cuyo trabajo es vigilar las ANP!


El etnoecólogo encargado de la Semarnat no ha ayudado a aclarar el panorama. Sin embargo, se respondió al “llamado urgente” que realizaron conjuntamente algunos ex funcionarios y los Fondos anteriormente mencionados. Catalogó el comunicado como “ambientalismo de derecha”, recalcando que ex funcionarios, como Julia Carabias, “están ligados con negocios verdes, corporaciones y empresas”.


6. Nuestro balance

Tanto a los ambientalistas como a los funcionarios de gobierno se les olvida algo: nada es blanco o negro.


Por un lado, Víctor Toledo ha trabajado en contra de este modelo de conservación, que, sí, es neoliberal y excluyente. En su breve pero clara respuesta sugiere que el recorte presupuestal de la CONANP del 75% no obedece únicamente a la actual política de austeridad. Es una medida política y una posición política mal jugada. Es un quiebre con una escuela conservacionista ambiental y con una comunidad integrada por funcionarios, investigadores y empresas que ha dominado la gestión ambiental, mas es igualmente un quiebre que se realiza sin ninguna propuesta ni alternativas.


Aunque en los últimos días se ha especulado que el recorte no va a suceder y que el #SalvemosCONANP y todas las protestas han tenido cierto impacto, queremos preguntarnos ¿hacia dónde canalizamos nuestros esfuerzos organizativos y nuestras exigencias? ¿El #SalvemosCONANP realmente está abogando por los espacios naturales? ¿No será que lo que realmente hace es alimentar la dicotomía que nos hace creer que no son posibles otras formas de interactuar con el ambiente?


Por otro lado, pese a que el trabajo de la CONANP también tiene sus contras, no negamos la importancia de sus labores y del trabajo de base que realizan todos los días los guardaparques, biólogos, estudiantes y miembros de las comunidades. Es por esto que creemos que es urgente voltear a ver y escuchar los discursos que la élite científica ha ignorado por años: los de las comunidades rurales e indígenas de nuestro país de las que muchas veces se puede afirmar lo siguiente: “sus representaciones de las relaciones ecológicas pueden ser más cercanas a la realidad que las del conocimiento científico” (Gómez Pompa y Kaus, 1992).


Es un buen momento para comenzar a articular esfuerzos y hacer trabajos en conjunto, para escuchar activamente a las comunidades y entender sus dinámicas, realidades y necesidades, para aprender de los defensores de la tierra que año con año pierden la vida cuidando de los ecosistemas, y para dejar de condenarlos al olvido. Estamos llamados a comprender que aunque la presencia de comunidades en zonas naturales representa un impacto ambiental negativo considerable, deberían existir otros métodos que permitan abordar estas problemáticas sin dejar a un lado los derechos y necesidades de las comunidades; hay que asegurar su participación activa y crear planes de manejo ambiental que en cierta medida beneficien a ambas partes: otras formas de relacionarnos con los ecosistemas son posibles.


También necesitamos comenzar a leer esta crisis climática desde la óptica política y social crítica para comprenderla de raíz. A la hora de abogar por el ambiente no puede haber sesgos.


Por último, frente a este panorama, necesitamos preguntarnos: ¿si no es la conservación como se ha hecho, entonces cuál es la que responde a la crisis ambiental actual? ¿No son nuestros propios discursos ambientalistas lo que nos están poniendo trabas en nuestra lucha por el medio ambiente? ¿Será que nombrar a los recursos naturales de esa forma sigue fomentando la dicotomía del nosotros y la naturaleza como entes ajenos? ¿Hablar de servicios ecosistémicos significa que se está pensando en las ANP como formas de capital y objetos de inversión? ¿No es un buen momento para replantearnos cómo percibimos la naturaleza y qué implicaciones políticas conlleva? ¿Cómo pensamos la conservación: para quién o quiénes la pensamos y con quiénes la pensamos?


Camila Monroy es estudiante de Biología en la UNAM. Interesada en el estudio de las interacciones Planta-Hongo, ecología microbiana y crítica ambiental.


Mónica Rangel es estudiante de Ciencias de la Tierra con orientación en Ciencias Ambientales en la UNAM. Interesada en la divulgación de la ciencia y la educación ambiental.

Referencias:

Durand (2014) Neoliberalismo, conservación y naturaleza. Sociológica, año 29, número 82, mayo-agosto de 2014, pp. 183-223

CONANP (2019) Áreas Naturales Protegidas decretadas.

Armendáriz-Villegas E., Ortega-Rubio A. (2015) Concesiones mineras en Áreas Naturales Protegidas de México. La Jornada Ecológica: La nueva minería en México. https://www.researchgate.net/publication/281467942_Concesiones_mineras_en_Areas_Naturales_Protegidas_de_Mexico

La Jornada. Refuta titular de Semarnat manifiesto de ex secretarios https://www.jornada.com.mx/2020/06/06/politica/015n1pol

Vásquez M. (2017) Conservación de la naturaleza y áreas naturales protegidas en territorios de los pueblos originarios de la frontera sur de México. Sociedad y ambiente, año 5. número 15, noviembre 2017-febrero2018, pp 117-130.

Animal Político. Ex funcionarios reclaman recorte ambiental: titular de semarnat les dice que “Son de derecha”.

Excelsior. A salvo Áreas Naturales Protegidas; Conanp consigue presupuesto suficiente.

La Jornada. El ambientalismo neoliberal sale del clóset.

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